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EXPERIMENTO FALLIDO: ORÍGENES

Era un laboratorio muy bonito. En serio. Muy amplio, aunque a la vez insuficiente para las necesidades del experimentador. Bien equipado, con todo comfort y, al fin y al cabo, un ambiente ideal para su primer experimento de ingeniería genética.

La fase preparatoria le había costado mucho trabajo, pero ahora el experimento podía empezar. El sustrato estaba preparado, las condiciones de reacción controladas a la perfección… ahora sólo faltaba una simple acción, un acto necesario.

Una pequeña chispa, un nada y todo empezó de forma casi mágica. Podía verlos, podía observar la velocidad con la que se reproducían; una velocidad remarcable, si comparada con la percepción del tiempo che Él poseía.

Crear de la nada una nueva especie: ¡qué emoción! Nadie la había vivido hasta ahora; y por otra parte, estoy seguro, nadie hubiera podido tampoco experimentarla. Y ahora era él quien había empezado una nueva era.

Todo iba bien hasta que… No se lo hubiera podido imaginar; dentro de sí, cuando había hecho saltar la chispa, les había dicho “id y multiplicaos”. No pensaba que habrían llegado a ese extremo.

Multiplicarse, vale. Pero eso no quería decir destruirse unos a otros. Y en cambio era precisamente lo que estaban haciendo aquellos pequeños, insignificantes seres; no se sentían parte de una sola cosa, se dividían en facciones y peleaban para imponer ideas que consideraban justas. Poblaban y despoblaban sin tregua su territorio.

Habían empezado con cosas pequeñas, al fin y al cabo normales para cualquier especie. Luego se habían dejado llevar por esos vicios hasta hacer de ellos algo parecido a la ideología, aunque aquello implicara de forma automática y necesaria la existencia de seres pensantes; lo cual, a juzgar por los hechos, no era posible.

Ahora estas pequeñas criaturas no hacían más que intentar matarse entre ellas, y de forma claramente inesperada e imprevisible.

¿Porque hubiera tenido que dejarles exterminarse unos a otros? ¿Por qué motivo debería admitir todavía esa masacre? Era evidente, algo no había funcionado como debido. Eran libres de hacer lo que querían: ¿qué fuerza les empujaba a matarse entre ellos? ¿Por qué usar su libertad de una forma tan estúpida?

-Me temo que no puedo hacer nada para ellos- dijo el Señor. -La próxima vez irá mejor.-

Así, cogió el Universo, con la Tierra y todos los hombres que quedaban y lo echó al desintegrador.

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