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TIEMPO DE APARICIONES

—Director, director.— Uno de los más jóvenes investigadores había entrado al despacho del Director de Investigaciones Galácticas con gran estruendo, gritando como un poseído.

—¿Qué pasa?— El director estaba acostumbrado a esta clase de interrupciones, que de ordinario no comportaban más que una pequeña molestia. Era el director. Todo el mundo le molestaba por nada. Por eso no tenía teléfono en el despacho, sería una molestia de más. En una ocasión había intentado hacerse una cuenta de correo electrónico, pero alguien había empezado a enviarle publicidad de medicamentos, especialmente de viagra: ¿cómo se habrían enterado?

—Esta vez la leche de la máquina del café no se ha acabado, faltan refrescos de cola pero creo que podemos sobrevivir— le dijo casi gritando.

—No hace falta que levante la voz.— El tono de la contestación era de resignación. —Llame a la empresa de vending.—

—No he venido por esto, señor.—

—Vale, entonces cuando hayamos acabado llame por favor a la empresa de vending.—

—De acuerdo, Director, pero hay algo que necesita Usted saber.— Respiró a fondo para recuperar el aliento. —Ya han llegado.—

—¿Quiénes? ¿La comisión de control?— El director sobresaltó y se dedico disimuladamente a esconder las copias de comics que tenía repartidas en su mesa de trabajo. —Deberían avisar con un mes de antelación antes de presentarse aquí.—

—Las EBE. Han sido localizadas en varios puntos de la geografía norteamericana.—

—¿EBE?—

—Entidades Biológicas Extraterrestres. EBEs.—

—Si llega a ser otra broma como la de la otra vez, cuando iba a llegar una nave espacial…—

—Está confirmadísimo, Señor. Las EBEs localizadas han sido arrestadas sin oponer resistencia.—

El director buscó un protocolo de actuación. En el archivador donde deberían estar los protocolos encontró una decena de números de Green Lantern. Miró entonces en el archivador de las emergencias, donde con asombro localizó unos números históricos de Superman; lógico, siempre le llamaban para alguna emergencia. Analizó con frialdad la situación, y se dirigió a la caja fuerte; allí tenía guardados sus episodios preferidos de Batman, protegidos individualmente por un sobre de plástico. Suspiró, meditando sobre la oportunidad de poner a salvo todos sus comics preferidos en la caja fuerte, en caso de una invasión extraterrestre.

Finalmente, mientras llevaba a cabo su tarea bajo la mirada estupefacta de su esclavo (perdón, becario), vio un documento con un título cautivador.

PROTOCOLO DE ACTUACIÓN EN CASO DE APARICIÓN DE ENTIDADES BIOLÓGICAS EXTRATERRESTRES

ANEXO: COMPONENTES DEL COMITÉ

—¡Aquí está!— fue su exclamación de júbilo. —Rápido, llama a aquel tal Danny, que acaba de llegar del Observatorio.—

El joven investigador (llamado también becario, o esclavo) se marchó solícito y volvió al cabo de unos instantes.

—Has sido muy rápido— le dijo el director.

—No podía fallar; fui a buscarle al bar— fue la contestación, un poco arrogante, del becario.

—Danny, ¿sabe usted algo de eso?— le preguntó, enseñándole el protocolo, un libro de unas setecientas páginas.

—El título me suena— le contestó ese poniéndose pensativo.

—No piense mucho, tenemos una invasión extraterrestre en curso.—

—¡Cierto!— exclamó de repente. —Lo sabía, sólo le habíamos perdido el rastro a la nave espacial. Eso de despedirnos a todos era excesivo, y lo de quitarnos tres cuartas partes del sueldo y los benefits como el coche de empresa y el circuito SPA diario carecía de motivaciones.—

—El protocolo.—

—Cierto. El anexo no sirve, la mayoría de los nombres que aparecen son de personas que están muertas y enterradas.—

—¿Y qué vamos a hacer ahora?— El director parecía estar seriamente preocupado, las palabras del tal Danny le habían llegado al corazón, especialmente cuando mencionó la reducción de sueldo y benefits.

—Bueno, empezamos con aplicar el protocolo. En primer lugar es necesario agrupar a las EBEs.—

—Esto va a ser complicado.— Todos miraron al becario, quien se había atrevido a hablar. Y siguió explicándose: —Las EBEs están siendo tratadas como terroristas, como amenaza para los Estados Unidos de América en su conjunto, así que no se pueden agrupar que en Guantánamo.—

—Guantánamo fue cerrada el año pasado— dijo el director.

—¡Tsé!— le contestó el esclavo. —Si le hacemos caso a mis contactos entre los hackers no estaría tan seguro de ello.—

—Las estarán interrogando haciendo uso de toda la violencia necesaria para que hablen— inquirió Danny.

—¿Hablar? Ni siquiera sabemos exactamente cuál es su forma. No sabemos ni si hablan, ni si entienden, ni si tienen boca. Por lo que sabemos, los agentes podrían haberlas atado a una silla sentadas en su propia cara y podrían estar hablándole a su trasero.—

Se hizo silencio. El condenado becario tenía sus razones. Los tres estuvieron mirándose sin saber bien qué hacer, hasta que otro investigador irrumpió en el despacho del director.

—Han muerto todos— espetó, casi como si ellos tres tuvieran la culpa.

—¿Muerto?— dijo el director.

—¿Todos?— dijo Danny.

—¿Han?— dijo el becario, que se había quedado corto de palabras.

—Así, de repente.—

—¿Así?— preguntó el director.

—¿De repente?— preguntó Danny.

—¿…?— preguntó el becario, al que le habían quitado todas las palabras.

Los cuatro se miraron. Luego se volvieron hacia la puerta, esperando que apareciera alguien con alguna novedad. Pero la puerta, abierta de par en par, dejaba penetrar sólo el familiar ruido de los ordenadores y de los investigadores jugando a juegos online.

Finalmente el director decidió tomar las riendas de la situación. —Bueno, entonces— ordenó —que cada uno vuelva a sus ocupaciones.— Cuando se hubieran marchado todos, abrió la caja fuerte y volvió a colocar sus comics bien ordenados en su mesa de trabajo.

***

—¡Gabriel!— gritó Dios una vez más. —¿Cómo quieres que te lo diga para que lo entiendas? Cada experimento tiene su propio juego de herramientas. Si usas las herramientas de un experimento en otro, puedes transmitirle sustancias que no son propias de su hábitat.—

—Perdón, Señor.—

“Perdón, perdón” iba pensando Dios. “Tienen suerte: mi paciencia y mi capacidad de perdonar son infinitas”.

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