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TIEMPO DE ERUPCIONES SOLARES

—Director, director.— El joven investigador había entrado corriendo una vez más al despacho del Director de Investigaciones Galácticas.

—¿Qué pasa?— le contestó sin levantar los ojos de los papeles que estaba estudiando. Es decir, del último número de su cómic preferido.

—Se ha acabado otra vez la leche de la máquina del café, pero creo que podemos sobrevivir a eso— la voz temblorosa dejaba al descubierto sus emociones. —A lo que no sé si podremos sobrevivir es a ese viento solar.—

—Bueno, no es la primera vez. Algunas pequeñas oscilaciones son fisiológicas, además hay que tener en cuenta el margen de error intrínseco y…— el director decía siempre lo mismo. Cierto, el investigador también decía siempre lo mismo. ¡El ser humano es tan previsible!

—Vale, lo sé, pero en este caso ¡la erupción solar ha llegado casi a Venus! Suerte que no nos ha encontrado demasiado cerca en nuestras revoluciones alrededor del sol.—

—Bueno, habrá que investigar más y mejor este fenómeno. Reúne un equipo y ponte a destripar el problema. Teórica y prácticamente. Antes de que nuestro sol nos fría, que al fin y al cabo es como si fuera la llama de una vela.—

***

De repente se oyó un grito. Como siempre. Era Dios.

—¡Gabriel! Deja de una vez la puerta cerrada, que se me apagan las estrellas de las galaxias.—

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