-Director, director.- El joven investigador había entrado corriendo al despacho del Director de Investigaciones Galácticas. La voz entrecortada, jadeante, ansioso de compartir el descubrimiento.
-¿Qué pasa? ¿Se ha acabado otra vez la leche de la máquina del café?- Misma reacción, misma causa… pero esta vez el director estaba equivocado.
-El red shift de algunas galaxias está cambiando- dijo casi gritando.
-Bueno, no es la primera vez. Algunas pequeñas oscilaciones son fisiológicas, además hay que tener en cuenta el margen de error intrínseco y…- le gustaba mucho sentar cátedra.
Pero el investigador no estaba de humor. -Es mucho peor, director. Ha pasado del red shift al blue shift. Y al revés.-
La cara de perplejidad del director era todo un poema. La mandíbula colgando, los ojos saltones, la nariz humeante. -Seguro que…-
-…no hay error. Es cierto. Más que cierto. Comprobado. Imposible.-
Empezaron a analizar los datos. La noticia dio la vuelta al mundo en un instante. Las galaxias que antes se estaban acercando, ahora se alejaban. Y las que se estaban alejando ahora se acercaban. Inexplicable.
Luego, al cabo de un par de años, todo volvió a estar como era antes. Nadie supo explicar qué había ocurrido.
***
De repente se oyó un grito. Era Dios.
-¡Gabriel! Deja de una vez de cambiarle el sitio a las probetas con las galaxias, que luego cuando busco una de ellas no la encuentro.-
-Bueno, Señor, no se enfade. Todas las probetas están marcadas- le contestó el ayudante disculpándose.
-No importa. ¿Qué sabrás tú de lo que ocurre a nivel microscópico?-